Preocupación institucional por un video falso de Llaryora generado con IA y difundido por Rodrigo de Loredo.

La reciente difusión de un video generado mediante inteligencia artificial (IA), en el que se ve al gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, realizando declaraciones falsas, generó un amplio rechazo en el ámbito político e institucional de la provincia y del país. El material fue publicado en las redes sociales del diputado nacional Rodrigo de Loredo, y aunque al finalizar se aclara que se trata de una recreación artificial, las implicancias éticas, legales y políticas del hecho son profundas y preocupantes.
El video muestra una versión digitalizada del gobernador emitiendo frases que nunca pronunció. La tecnología utilizada permite una simulación fidedigna de su imagen y voz, lo que puede inducir al engaño, especialmente si el contenido se consume de manera rápida y sin atención al aviso aclaratorio final.
Este episodio representa una señal de alarma sobre los riesgos que plantea el uso indiscriminado de herramientas de inteligencia artificial generativa en el ámbito político. La manipulación de imágenes y voces de figuras públicas ya no es patrimonio de laboratorios sofisticados o de campañas encubiertas: hoy se encuentra al alcance de cualquier usuario con conocimientos técnicos básicos y acceso a plataformas de código abierto o servicios comerciales de generación audiovisual.
El uso de este tipo de contenidos en el terreno político, especialmente en contextos electorales o de alta polarización, puede abrir una peligrosa caja de Pandora. Las “deepfakes” —videos falsos de alta calidad— representan una amenaza real para la calidad del debate democrático, erosionan la confianza pública y abren la puerta a campañas de desinformación que pueden afectar seriamente a instituciones y ciudadanos.
Frente a este escenario, especialistas en derecho, comunicación y ética coinciden en la necesidad urgente de establecer marcos regulatorios claros. Las legislaciones actuales no alcanzan a cubrir los vacíos que deja la irrupción de estas nuevas tecnologías. La creación, difusión y utilización de contenidos falsos mediante IA debería ser regulada con precisión, contemplando responsabilidades civiles y penales, especialmente cuando se trata de figuras públicas o temas sensibles.
Asimismo, es imperioso que la sociedad se prepare para un escenario donde la verdad y la mentira convivan en niveles de sofisticación técnica cada vez más indistinguibles. La alfabetización digital, el pensamiento crítico y la verificación de fuentes serán herramientas fundamentales para enfrentar la avalancha de desinformación que amenaza con distorsionar la vida pública.
El caso del video de Llaryora no puede tomarse a la ligera. Más allá de las intenciones detrás de su publicación, expone los peligros latentes de una tecnología poderosa que, sin control ni regulación, puede convertirse en un arma de manipulación masiva. La política argentina debe tomar nota con urgencia: los próximos comicios podrían no solo debatirse en plazas, medios y redes, sino también en escenarios digitales donde la realidad, cada vez más, puede ser una ilusión fabricada.
Por Jorge Villavicencio, para Radio Cardinal.