Por Jorge Villavicencio para Radio Cardinal.
Hoy se cumplen 48 años desde que Argentina fue testigo de uno de los momentos más sombríos de su historia: el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976. Aquel día, las fuerzas armadas tomaron el control del país, instaurando una dictadura que dejaría una profunda huella en la sociedad argentina.
La década precedente estuvo marcada por una creciente violencia política y social. Agrupaciones terroristas como Montoneros, ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y otras llevaron a cabo una serie de actos delictivos, incluyendo secuestros, asesinatos, atentados explosivos y la toma de universidades. Estos grupos sembraron el terror en la sociedad argentina, generando un clima de inestabilidad y violencia que precipitó el golpe militar.
El gobierno militar que se instaló tras el golpe inició una brutal represión, caracterizada por la desaparición forzada de miles de personas, torturas y violaciones a los derechos humanos. Durante este oscuro período, el país sufrió una profunda crisis institucional y moral, dejando cicatrices que aún perduran en la memoria colectiva.
Al evocar esos eventos, es crucial reflexionar sobre el pasado para erigir un futuro arraigado en la justicia, la memoria y el respeto a los derechos humanos. Es imprescindible que la justicia abarque a todos aquellos que cometieron crímenes durante esa trágica época, para que enfrenten las consecuencias de sus acciones y para que la frase «Nunca Más» tenga verdadero sentido.