Miramar de Ansenuza vivió este domingo un día de invierno distinto: el sol se asomó con fuerza y, pese a la frescura típica de la estación, las condiciones fueron ideales para recibir a los visitantes que se acercaron a disfrutar del mar de Córdoba.

Desde temprano, la Avenida Costanera se pobló de familias que caminaron junto a la inmensa laguna, alquilaron los clásicos cuatriciclos a pedal o simplemente se acomodaron en la arena para dejarse acariciar por los rayos del sol. Otros optaron por recorrer los paseos costeros, apreciando las inigualables vistas del espejo de agua salada más grande de Sudamérica.

La naturaleza en Miramar regaló su mejor postal: el cielo límpido, el aire puro cargado de aromas y la avifauna típica del Parque Nacional Ansenuza, con flamencos y garzas dibujando siluetas sobre el horizonte. El rumor del agua y la calma de la laguna invitaron a un descanso que en pocos lugares de la provincia puede experimentarse con tanta intensidad.

De acuerdo a entrevistas realizadas por nuestra emisora en la playa, la mayoría de los visitantes provenían de localidades cercanas. Muchos llegaron con reposeras y equipos de mate, permaneciendo entre tres y cuatro horas, aprovechando cada minuto de este respiro invernal.

Cuando el sol se escondió detrás de las aguas, las calles céntricas y avenidas recuperaron su serenidad habitual. El murmullo de la jornada dejó paso al silencio, recordando que Miramar, además de su movimiento turístico, sigue siendo un refugio de paz y naturaleza única.

Por Jorge

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