Por Jorge Villavicencio, para Radio Cardinal. Fotos: Gentileza Aves Argentinas
El fuego, implacable y devastador, se desató ayer al mediodía en la región de El Zapallar, cerca de La Rinconada, alcanzando una extensión de más de 1000 hectáreas. La Reserva Provincial y parte del Parque Nacional Ansenuza, conocidos por su valioso ecosistema de monte nativo y su biodiversidad, fueron las víctimas de un voraz incendio que avanzó sin piedad.
Las primeras informaciones sugieren que el incendio podría haber sido provocado intencionalmente, vinculado a la práctica de quemar pastizales para favorecer el rebrote de hierba para el ganado. Sin embargo, en esta ocasión, el fuego se descontroló, alimentado por el viento y la sequedad del terreno, arrasando con árboles centenarios como quebrachos y algarrobos, que brindaban refugio a diversas especies de aves y animales, muchos de ellos amenazados por la expansión agrícola.
El aviso fue dado por miembros de la ONG Aves Argentinas, que estaban trabajando en la zona. Laura Josens, testigo directa del desastre, relató a Radio Cardinal los momentos de tensión que se vivieron: «Los bomberos de Sebastián Elcano y Tulumba, junto con guardaparques, lucharon sin descanso, pero las llamas se extendían demasiado rápido. Pedimos de inmediato un avión hidrante, pero nunca llegó. Fue desesperante.«
Mientras tanto, el fuego continuaba devorando el monte virgen, alcanzando alturas de hasta tres metros en algunos sectores. Guardaparques y bomberos trabajaron incansablemente para contener los focos más peligrosos, pero la falta de apoyo aéreo fue un golpe duro. Josens señaló que «el avión hidrante hubiera hecho una diferencia crucial, pero nunca llegó.«
Reflexión: la necesidad de sistemas de alerta temprana y burocracias eficientes
Este devastador incendio pone en evidencia no solo la vulnerabilidad de nuestros ecosistemas, sino también la fragilidad de nuestros sistemas de prevención y respuesta ante emergencias. Es inadmisible que en pleno siglo XXI, cuando la tecnología avanza a pasos agigantados, no contemos con un sistema de alerta temprana robusto y con los recursos suficientes para actuar de manera inmediata ante desastres naturales.
La naturaleza no puede esperar. Los tiempos burocráticos y las respuestas tardías se traducen en miles de hectáreas perdidas, especies en peligro y un impacto irreversible en el medio ambiente. Es fundamental que los organismos estatales optimicen sus procedimientos y recursos, para que situaciones como esta no se repitan. Además, la implementación de sistemas de monitoreo y prevención, como redes de detección de incendios y la disposición de aviones hidrantes en puntos estratégicos, debería ser una prioridad para proteger nuestros espacios naturales.
El costo de la inacción es demasiado alto, y la naturaleza nos lo está recordando de la manera más cruel: con fuego.